Proyecto
EXPOSICIÓN FUNDACIÓN GIROS + AUGUSTA LECAROS




Desde la Fundación de Salud Mental Grupo Giros, queremos dirigir nuestro objetivo de entrelazar la psicología y cultura, hacia el valor que tienen las construcciones de los consultantes, como parte de un ejercicio de reconocimiento que nos parece fundamental hacer. Queremos generar encuentro, contacto y conversación. Sobre todo, conversación, porque además de ser la materialidad del encuentro clínico, la materialidad de la terapia, es decir, la herramienta con la que trabajamos, es también lo que está a la base de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, e incluso de nuestro yo. Es lo que está a la base porque antes de siquiera poder nombrarnos a nosotros mismo, antes de poder decir esta soy yo, estamos insertados en un mundo dialógico, estamos lingüísticamente implicados unos con otros, hasta en lo más privado e íntimo. Aun cuando estamos solos, nuestros pensamientos son una conversación. Esta centralidad del lenguaje en nuestro estar en el mundo, implica que la relación con el otro, con los otros, es constitutiva de la conciencia. Estamos inmersos en una conversación infinita, que partió mucho antes que nosotros y que continuará después de nuestra muerte. Gadamer dice: No hay una primera palabra, igual que no hay una última palabra. En cuanto que el pensamiento y el lenguaje se escoltan el uno al otro, estamos siempre en plena conversación" (p.80).
Por lo que la conversación como sustento, como fundamento y como creación, excede a la terapia, excede al box, siendo una posibilidad latente, una oportunidad en cada encuentro, en cada interacción con otros. Pues todo diálogo puede abrir preguntas y ofrecer construcciones. Pero para eso es fundamental hacer un ejercicio de reconocimiento, debemos declarar que cualquiera puede ser potencialmente un interlocutor. Pues los profesionales de la salud solemos apropiarnos, adjudicarnos ese lugar, y proponernos como los únicos dialogantes válidos cuando se trata de la subjetividad. Nos planteamos como los expertos, los arquitectos de estas construcciones, acotando las posibilidades, limitando las creatividades. Cuando en realidad, otras fuentes, otros otros, que dialogan desde su experiencia, pueden ofrecer un encuentro igual o más enriquecedor cuando queremos simbolizar o articular nuestras propias vivencias.
En ese sentido, quisimos realizar esta colaboración con la participación de personas que son o han sido atendidas en la fundación, ya que, desde nuestra experiencia, las palabras, las imágenes, las reflexiones, las teorías y las soluciones, que traen, construyen y dicen, sobre sus vidas, tienen una importancia radical. El discurso que construye cada persona sobre sus vivencias tiene un valor y potencia gigantesco. Como psicólogos/as nos sentimos privilegiados de acceder a la enorme sabiduría, creatividad y astucia, que escuchamos de la persona al frente que está pensando y hablando sobre las temáticas de su vida.
Es por esto que creemos que el espacio de los discursos sobre la subjetividad y de las construcciones simbólicas en torno a las vivencias de la vida, como los dolores y las angustias, debiese abrirse y compartirse, más allá de la expertiz. Pues esta apertura permitiría abrir posibilidades a sí mismos, y a otros, sobre las formas de pensarse, que salgan de los límites de los ideales de salud mental de los discursos psicológicos. En otras palabras, creemos que hay que salir del ¿Qué dicen los psicólogos? para explorar el ¿qué decimos colectivamente? ¿Qué dice el otro? ¿qué le digo yo? ¿Qué aparece si entre todxs construimos una conversación? ¿qué pasa si salimos de la bidireccionalidad y exploramos la red? Pues pensamos que en este ejercicio podemos encontrar una infinita fuente de construcciones que vale la pena compartir, tanto para reivindicar sus palabras, como para abrir los discursos.
En esta ocasión la intensión fue conversar en torno a la pérdida, elección que no fue casual pues ¿qué podemos hacer ante la ausencia que nos deja lo perdido? ¿Qué hacemos con lo que queda que no está ahí? ¿cómo hacemos con ese espacio? ¿dónde lo dejamos? ¿cómo lo tomamos? ¿de dónde lo tomamos si no hay? La propuesta de hoy es que lo compartimos, lo conversamos. Vemos si la pérdida del otro me permite abordar algo de mi ausencia.
En la pérdida hay una cuota de incomprensibilidad, de no sentido. Lo cual en la muerte se hace radical, pues la experiencia de la muerte es la falta de respuestas ante preguntas. Gadamer dice que lo incomprensible de la muerte es que “Ya no se puede esperar ninguna respuesta de alguien con quien todavía hablábamos ayer" (p.79), es decir, es la experiencia de la ruptura en la conversación.
Por ende, si bien en las pérdidas hay una respuesta que puede ser irrecuperable, creemos que al mismo tiempo se hacen posible nuevas preguntas, nuevas respuestas, nuevas construcciones, nuevas creatividades. La pérdida como una pregunta, abre a nuevas preguntas, y en esas nuevas preguntas aparecen otros, aparece la conversación.